viernes, 28 de junio de 2013

Mutilados pero enteros

MUTILADOS, PERO ENTEROS

Alguna vez tuve la ilusión de creer que los Reyes Magos venían con sus camellos, por lo que cada 5 de enero  teníamos el rito de prever el pasto y agua necesarios que deberíamos dejarles…
Esta muñeca que ya lleva en mi vida unos 40 años, me transporta en el tiempo… Vuelvo a mi niñez, a un día en que, no recuerdo por qué, pasaríamos la noche de Reyes en casa de una vecina, mis hermanas y yo… A cada una nos trajeron una hermosa muñeca, tan grande como un bebé real.  El llanto que podía escuchar cuando la giraba se ha apagado como algunos de mis recuerdos, esfumados como en una niebla que desdibuja mi niñez. Muchas veces cosí este brazo que cuelga mutilado, desde aquella tarde en que mi primo, tironeando para quitármela, lo arrancó de cuajo. En aquel momento sentí que ésa era la peor tragedia, y mi mente no podía entender cómo mi madre sonreía y no mostraba entender el pozo en el que mi existencia se veía al ver el brazo de mi hijita herido de tal modo… No sabía, no podía saber, que 40 años después sería el actor ideal para filmar con mis alumnos el asesinato del hijo de la cautiva en Martín Fierro… 
A pesar del brazo mutilado, seguí jugando, seguí simulando ser la mamá que algún día sería; sin saber, ni al menos suponer, que algún día ese hijo de mis juegos, sería mi nieto en el juego de mi propia hija…
Las mutilaciones siguieron… Un día, se le salió la cabeza, por eso está así, un poco curvada hacia un costado, porque a pesar de los esfuerzos nunca pude coserla bien… No sabía, no podía saber, que a mi hija no le importaría eso, porque para ella siempre lo importante sería que su muñeca había sido antes de su mamá…
Las mutilaciones siguieron… Sí, mi hermano tenía debilidad por comerle los dedos, de plástico blando… Él no sabía, no podía saber, que una de sus sobrinas le preguntaría por qué había sido tan tonto cuando era niño, “¡comer dedos de muñecas!” 
El tiempo pasó… Mi hija creció, y alguna vez me dijo que su hija jugaría con esa muñeca, quién sabe. No podemos saber, pero quién les dice…
Aunque  el juguete quedó guardado junto a su infancia, las mutilaciones siguieron… Mis alumnos debieron mancharlo con frutos rojos para simular sangre cuando filmamos al hijo asesinado de una cautiva…

Y ahí está, mostrándome a las claras que las mutilaciones que vamos sufriendo en la vida pueden ser la razón de ser de nosotros mismos, y que quienes nos aman, nos quieren también con ellas…

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